¿Ángeles y/o demonios?

En el día de ayer  los medios cubrieron a la saciedad las fotos publicadas en Facebook  que “muestran  médicos boricuas bebiendo, fumando, con armas y sin pudor ante la tragedia de Haití”. Casi todos estamos de acuerdo que muchas de estas fotos nunca debieron tomarse y/o publicarse en una red social. También, me parece que todos coincidimos  que es  inaceptable e inhumano tomarse una foto sonriendo al lado de un paciente que está sufriendo intensamente. La mayor parte de las fotos reflejan una gran insensibilidad y un proceso de deshumanización hacia las víctimas que nos indigna de manera significativa. Violan el código de ética de los médicos, como también  la Carta de Derechos del Paciente y el derecho universal a la dignidad humana.

Estas fotos revelan un grado de perversidad que nos lleva a preguntarnos cómo es posible que estos profesionales de la salud se comportaran de esa manera.

Me parece que el primer paso para comprender las actuaciones de estos profesionales de la salud es ponernos en su lugar, teniendo en cuenta que comprender no significa justificarlos. Para ello es importante no asumir una actitud de superioridad moral sobre este grupo. En el momento en que nos sentimos moralmente superiores tendemos a pensar que nunca nos comportaríamos de esa manera y que estas personas sufren de una debilidad moral que los llevó a cometer estas “imprudencias”. Y esa actitud me parece que es la que genera la gran división entre la gente buena y la gente mala, entre los “ángeles”y los “demonios”, entre los que creen tener la verdad y los que para nosotros están equivocados. 

Tenemos  que reconocer que es admirable el hecho de que estos profesionales de la salud de forma voluntaria participaran de esta misión de atender a las víctimas del terremoto en Haití. Y por lo que se cuenta atendieron a un gran número de pacientes y probablemente salvaron la vida de un buen número de personas. Mientras muchos no interrumpimos nuestra rutina diaria y continuamos disfrutando de las comodidades, este grupo de médicos decidió hacer lo que entiendo es un sacrificio mayor. Y esa ayuda debe ser considerada independientemente del escándalo de las fotos. 

Pero entonces, ¿por qué desvirtuaron su acción? No creo  que la conducta de estos médicos sea principalmente el resultado de racismo o menosprecio de los haitianos que atendieron. Si esa fuera la razón principal hubiesen optado por no ayudar a las víctimas del terremoto y quedarse en la Isla. El asunto es mucho más complejo. Podríamos pensar en varios factores:

1. Estos profesionales de ayuda no tenían experiencia en el manejo de este tipo de situación. Es posible que estas conductas reflejen estrategias de defensa para lidiar con el miedo a una situación para la cual no estaban preparados.

2. Fueron víctimas del “complejo del héroe” y quisieron dejarles saber a  todo el mundo las grandes proezas que habían realizado, lo que demuestra una gran inmadurez de parte de ellos.

3. El proceso de adiestramiento que se da en muchas escuelas de medicina lleva a desensibilizar al profesional de ayuda para que no se identifique con su paciente y de esa manera no sea afectado por sus emociones. ¿En que grado el currículo en las escuelas de medicina prepara a los médicos para responder adecuadamente a estas situaciones? ¿Aprenden los médicos a no sentir y a no ser empático para poder realizar su trabajo “eficientemente”? Y este problema no se revuelve con cursos de ética y juramentos de naturaleza artificial. Requiere un transformación de carácter que parece no ser parte de los objetivos de la mayor parte de las escuelas de medicina.

Por otra parte me resulta sorprendente que los medios que han descrito las fotos como insensibles y una falta a la dignidad humana son los que le han dado promoción a las mismas. Me parece que entre más se sigan difundiendo esas fotos, más se contribuye a denigrar a las víctimas que aparecen en las mismas. ¿Si estas fotos son terribles por qué se siguen publicando por todas partes? ¿Cuál es el atractivo que sentimos hacia las mismas? 

Podemos distanciarnos de estos médicos y llamarles bestias, monstruos, insensibles, racistas, abusadores, demonios, entre otros adjetivos. Y podemos solicitar que los castiguen y  que les quiten su licencia. Y al final sentirnos satisfechos de que recibieron su merecido. Pero, ¿qué logramos mediante todo esto? ¿Piensan que ese grupo de médicos es el único  que podría tomar ese tipo de fotos?  ¿Creen que de esa manera evitamos que este tipo de conducta ocurra de nuevo? ¿Y los médicos que pudiendo ayudar, decidieron no hacerlo? ¿No merecen también nuestro repudio? ¿Están también faltando esos médicos al código de ética? ¿Es esa una falta mayor?

Repito, la pregunta  que debemos hacernos es por qué personas que parecen ser buenas y similares a nosotros  pueden llegar a realizar actos que consideramos inhumanos, detestables y crueles. Pero más importante aún es  contemplar la posibilidad de que este grupo de médicos nos muestra una parte de la naturaleza humana que habita en todos nosotros. Si no estamos consciente de ello corremos el peligro de imitarlos en el futuro.

Quiero establecer que no estoy defendiendo ni justificando la conducta de estos profesionales de ayuda. Sin embargo, me parece que hay un grado de responsabilidad colectiva que debemos asumir. Por ejemplo, debemos seleccionar con más cuidado a los profesionales de ayuda que trabajan en situaciones de crisis. Tenemos la responsabilidad de educar con más conciencia a nuestros profesionales de la salud. Más aún, es esencial aceptar que en cada uno de nosotros existen un potencial para comportarnos de manera opuesta a nuestros valores cuando estamos en situaciones especiales y en contextos en donde predomina el anonimato.  Resulta indispensable desarrollar el carácter y la fuerza psíquica para resistir los elementos situacionales que pueden llevarnos a comportarnos de forma inmoral, insensible e inhumana.  (Para más información sobre este punto los invito a examinar el libro “El efecto Lucifer de P. Zimbardo”).

Como muestra esta imagen de M.C. Esher, en el  mundo existe el bien y el mal, y siempre será de esa manera. Y como señala  Zimbardo en su libro “las divisiones entre el bien y el mal son permeables y nebulosas”. Y debido a eso los ángeles se pueden convertir en demonios de la noche a la mañana  y viceversa. La consciencia de este principio puede ayudarnos a ser congruentes con nuestros más altos valores no importa  el contexto en el cual estemos laborando.

angeles

M. C. Escher’s "Circle Limit IV"

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