La fabricación de la locura

Aquellos que sufren de corajes repentinos sin razón alguna puedan ya estar aliviados pues los expertos ya han encontrado la explicación para este problema: Desorden Explosivo Intermitente. Pueden también estar tranquilos porque son muchos los que sufren esta enfermedad: 16 millones de americanos. Además, se puede tratar con anti-depresivos y terapia para el manejo del coraje. (Las farmacéuticas y los terapistas están gozando)

Todos los años se fabrican nuevos desordenes por científicos de la conducta y las grandes compañías farmacéuticas. La fabricación de enfermedad es un negocio millonario que beneficia a muchos. Mientras se mantenga a la gente con la etiqueta de enfermos y bajo medicamentos, estarán controlados e inconscientes. Es un negocio redondo para el Estado.

El doctor Fernando Luis Gómez expresa este punto de forma magistral y clara:

Casi todo el mundo cree que así como unas personas se enferman, por ejemplo, del corazón, otras se enferman de la mente, y consideran que las enfermedades mentales son enfermedades como cualesquiera otras. Esto, simplemente, no es cierto, porque la mente no es un órgano anatómico que pueda enfermarse literalmente. Por consiguiente, cuando hablamos de enfermedad mental estamos hablando en sentido figurado como cuando un dirigente declara que la economía está enferma.

En conclusión, la tesis de la enfermedad mental tuvo su utilidad histórica pero es, en la actualidad, médicamente anticuada pues permite tratar como enfermos mentales a pacientes con enfermedades cerebrales, y socialmente dañina pues es una cortina de humo para toda una serie de problemas económicos, morales y políticos que, estrictamente hablando, no requieren terapias médicas sino soluciones económicas, morales y políticas. La enfermedad mental es un mito.

Como lo expresó hace años Thomas Szasz: La enfermedad mental no existe.

2 comentarios

    • Nini el domingo 13 de agosto de 2006 a las 1:38 am

    Encontré esta nota buscando información sobre una «enfermedad mental» relacionada con la ira, y así me enteré de la existencia del «desorden explosivo intermitente». Tengo 47 años, y desde que nací mi padre, mi hermano y yo hemos sido terriblemente victimizados por esa horrenda enfermedad (oh sí, es una enfermedad, puedo garantizarlo!) Mi madre la padece, la ha padecido desde que recuerdo, y nadie puede imaginar lo mucho que hemos sufrido y seguimos sufriendo a causa de ella. Las crisis de ira, agresividad, destrucción, etc. son desencadenadas por nada, la reacción es astronómicamente desproporcionada al elemento precipitante (si es que hay alguno), no nos pega pero se pega, nos grita, se golpea, toma alcohol, somníferos que no la duermen, rompe objetos, te maltrata verbalmente, noche y día grita y hace ruido, deambula por la casa sin parar abriendo y cerrando puertas con brutalidad, sus crisis duran varios días en que intenta autodestruírse como un mecanismo para destruírnos o más bien castigarnos a los involuntarios «espectadores» en una guerra de nervios destrozados, hasta que deseamos morir para escapar de ese infierno en el que estamos atrapados … y de pronto, como Mr. Hyde devenido en Dr. Jeckill, vuelve a ser la madrecita tierna, envidia de cualquier mortal. Sí, yo te garantizo que esa enfermedad no es un invento. También puedo decirte de mi madre que ha estado siempre en tratamiento psiquiátrico y que le han realizado todo tipo de estudios en los centros más sofisticados, no habiendo encontrado ningún rastro físico que evidencie la enfermedad, y ninguna enfermedad «mental». Atribuir los episodios a una infancia llena de dolor por la muerte de tres hermanos y consecuente depresión hasta la locura de su propia madre, podría ser un punto de partida, pero no la solución ni aporta consuelo. Y si no es una enfermedad no sé, no sé cómo o por qué la seguimos queriendo tanto si en verdad las crisis explosivas son tan frecuentes, tan injustificadas, tan violentas y tan largas que te mantienen en vilo, paralizado de terror y desvastado por la fuerza del tormento; la odiás, la odias, la odiás, deseás que esto termine porque no podés resistir semejante stress sostenido y porque sentís que llegó a un punto que es una cuestión de supervivencia, que es ella o vos, su ira y su agresividad, su autoagresión llega a límites tan extremos!!! Tiene que ser una enfermedad, ninguna persona sana puede hacer todo eso como un simple modo de manipular a los demás, no acepto -por mi propia experiencia- que sea una enfermedad inventada. Una enfermedad de otro que te enferma a vos a tal extremo que llegás a la convicción que el día que el enfermo no esté vas a sentir un dolor desgarrador por su ausencia y un alivio indescriptible por la ausencia de la horrorosa enfermedad. Hay muchas clases de violencia, lo sabemos todos. Pero la de esta «enfermedad», te aseguro, es verdaderamente atroz.

  1. Nini;

    Gracias por compartir tu experiencia y tu gran dolor. En realidad todo es un gran misterio y es casi imposible encontrarle significado. Sin embargo, veo que tienes mucha consciencia sobre este problema y eso es un gran avance. Deseo lo mejor para ti y tu familia.

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