Pequeño saltamontes, la educación es el remedio

image El Rey Siul Oñutrof se sentía confundido pues a pesar de haber aumentado el número de policías, de patrullas y de chalecos antibalas, la violencia y la criminalidad seguía aumentando en su Comarca. Un día, por vez primera, decidió salir de su Castillo y caminar como incógnito por sus Tierras. En su recorrido Oñutrof se encontró con un niño y  le preguntó porqué no estaba en la escuela. El niño le respondió que en la calle  aprende todo lo que necesita para sobrevivir. El Rey no entendió. Siguió caminando y se encontró con un joven adulto en un banco de la plaza  y le preguntó porqué no estaba trabajando. El joven le respondió que lo habían despedido la semana pasada. El Rey no entendió. Más adelante vio a una persona pidiendo limosna en una luz. Se acerco a ella y le pregunto porqué pedía limosna: La respuesta fue una sincera: Para inyectarme. El Rey tampoco entendió.

Después de todo un día de vagar por sus Tierras y de encontrarse con mucha gente triste y desesperanzada, el Rey  vio a un hombre que bailaba con una sonrisa en su rostro, dando vueltas sin parar. Era la única persona que parecía feliz de las cientos que había visto en ese día. Así que el Rey Siul se le acercó y le preguntó porque estaba tan contento si la Comarca estaba pasando por la peor crisis de su historia. El hombre se acercó al Rey y en el oído murmuró: Pequeño Saltamontes, la Educación es el remedio. Oñutrof entendió porque el hombre era feliz: “Había enloquecido”.  (Tomado de las historias inéditas de Oiram Zeñún)