Una UPR “abierta” …literalmente

Hace unos días escuche al Presidente de la  UPR hablar de  los planes  de convertir a la UPR en una universidad “abierta”.  Pensé en aquel momento que era una de las pocas cosas sensatas que se le había ocurrido a su administración. Sin embargo, mi optimismo duro poco al comenzar a  leer sobre  que significa una   universidad “abierta”  para  De La Torre  y la Presidenta de la Junta de Síndicos. Piensan que  para “abrir” la universidad lo que tenemos que hacer es principalmente eliminar las verjas que rodean a la misma. Pero lo más triste del asunto es que esencialmente esta aparente buena intención de eliminar las barreras entre la Universidad y las comunidades que la rodean tiene como motivación principal el impedir que los estudiantes vuelvan a cerrar la institución.  Y en ese sentido quieren “abrir” la Universidad para poder tener más control de la misma.

Es evidente que la Universidad “abierta” de De La Torre e Igrí Rivera forma parte de las estrategias del gobierno de no llamar las cosas por su nombre con el ánimo de confundir, tergiversar, engañar y enajenar al pueblo. Usan la misma treta al llamar al “gasoducto” una “via verde”.

Si realmente la administración de la UPR  desea desarrollar una universidad auténticamente abierta tiene que comenzar dando el ejemplo. Y los valores, actitudes y conductas que han demostrado tener son totalmente opuestos a los de la universidad abierta. Una verdadera universidad abierta fomenta la transparencia, la participación y toma decisiones basado en las preferencias y necesidades de sus miembros. El pésimo manejo de la pasada huelga, la imposición de una cuota adicional de $800.00, la poca o ninguna consideración que recibieron los informes de consulta para los Rectores en propiedad (en la mayor parte de los casos nombraron a la persona que le habían prometido el puesto por razones políticas), la aprobación de un presupuesto sin la participación y el insumo de la comunidad universitaria,  son indicadores claros y contundentes de que la administración de la UPR no tiene un compromiso genuino con los valores de una universidad abierta.

La universidad abierta no puede quedarse en el discurso bonito y políticamente correcto. Tiene que convertirse en paradigma que guie los cambios culturales, organizacionales y de relación que necesitamos en nuestra Universidad. Invitamos a la administración acoger la llamada Declaración de Wheeler en donde se nos presenta el perfil de la universidad abierta:

  1. La investigación que produce la universidad es de acceso abierto
  2. Los materiales del curso/asignatura son recursos educativos abiertos.
  3. La universidad adopta software libre y estándares abiertos.
  4. Si la universidad mantiene patentes, propicia el uso del software libre,  medicinas esenciales y el bien común.
  5. La red de la universidad refleja la naturaleza abierta de internet,

entendiendo que “universidad” incluye a todos los sectores de la comunidad: estudiantes, profesores, administración.

Estos principios deben ser el modelo a seguir por las universidades que quieran aportar de manera significativa al desarrollo de nuestra sociedad. Es importante producir investigación pero más importante es lograr el acceso abierto a la misma. Es importante tener un buen currículo pero más importante es que todo miembro de la sociedad tenga acceso al mismo. Es importante que nuestros estudiantes tengan acceso al software apropiado para realizar sus tareas pero más importante es que ese software sea libre. Es importante producir patentes pero más importante es propiciar el bien común.  La Universidad Abierta nos provee los principios para dejar de mirarnos obsesivamente y aportar de forma auténtica al bienestar de todos aquellos que quieran aprender.

Eliminar las verjas físicas es tarea sencilla y no me parece  que tenga un impacto significativo en el desarrollo de una universidad abierta. Lo difícil, pero lo que necesitamos urgentemente, es eliminar la arterosclerosis mental, la agorafobia cultural y el narcisismo de los administradores de  nuestra Universidad. Esa tarea es la que le corresponde a todos aquellos que amamos la Universidad y la queremos abierta y libre. Libre de zombistradores y politiqueros… Pero también con murallas para protegerla  del “diente de la serpiente, del veneno y del puñal”.