Siddhartha, Demian y El Lobo Estepario


Mi encuentro con la obra de Hermann Hesse fue central para el desarrollo de mi filosofía de vida y definió grandemente lo que soy como persona. Sus escritos me ayudaron a iniciar el proceso de encontrarme y conocer mi verdadera identidad. Siddhartha, Demian y El Lobo Estepario marcaron una etapa importante de mi crecimiento, llevándome a ver el mundo de una manera menos prejuiciada, unilateral y egocéntrica. Esa trilogía es una que recomiendo a todo aquel que no está satisfecho con las respuestas que ha recibido hasta el momento en torno a su desarrollo personal. En otras palabras, si ya domesticaste tu dinousario y subiste a la quinta montaña de Coelho pero te quedaste igualito es hora de comenzar a examinar la obra de Hesse. 🙂

Para aquellos que quieren revisar o comenzar a leer la obra de Hesse puede visitar el portal de Libro.dot para encontrar los libros mencionados y otros escritos del autor. También se encuentra el audio en inglés de Siddhartha . (Vía The Stingy Scholar)

Y para dejarlos con un sabor a Hermann Hesse les incluyo la introducción a Demian :

Para contar mi historia tengo que empezar muy atrás. Si fuera posible, tendría que remontarme todavía más, hasta los primeros años de mi infancia e incluso hasta la lejanía de mi procedencia.

Los poetas, cuando escriben novelas, acostumbran a actuar como si fueran dios y pudieran dominar totalmente cualquier historia humana, comprendiéndola y exponiéndola como si dios se la contase a si mismo, sin velos, esencial en todo momento. Yo no soy capaz de hacerlo, como tampoco los poetas lo son. Sin embargo, mi historia me importa mas que a cualquier poeta la suya, pues es la mía propia, y además es la historia de un hombre: no la de un ser inventado, posible ideal o no existente, sino la de un hombre real, único y vivo. Lo que esto significa, un ser vivo, se sabe hoy menos que nunca, y por eso se destruye a montones de seres, cada uno de los cuales es una creación valiosa y única de la naturaleza. Si no fuéramos algo más que seres únicos, sería fácil hacernos desaparecer del mundo con una bala de fusil, y entonces no tendría sentido contar historias. Pero cada hombre no es solamente él; también es un punto único y especial, en todo caso importante y curioso, donde, una vez y nunca más, se cruzan los fenómenos del mundo de una manera singular. Por eso la historia de cada hombre, mientras viva y cumpla la voluntad de la naturaleza, es admirable y digna de toda atención. En cada uno se ha encarnado el espíritu, en cada uno sufre la criatura, en cada uno es crucificado un salvador.

Poco saben hoy que es el hombre. Muchos lo presienten y por ello mueren más tranquilos, como yo moriré cuando haya terminado de escribir esta historia.

No puedo adjudicarme el titulo de sabio. He sido un hombre que busca, y aún lo sigo siendo; pero ya no busco en las estrellas y en los libros, sino que comienzo a escuchar las enseñanzas que me comunica mi sangre. Mi historia no es agradable, no es dulce y armoniosa como las historias inventadas. Tiene un sabor a disparate y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que ya no quieren seguir engañándose a sí mismos.

La vida de cada hombre es un camino hacia si mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero. Ningún hombre ha llegado a ser él mismo por completo; sin embargo, cada cual aspira a llegar, los unos a ciegas, los otros con más luz, cada cual como puede. todos llevan consigo, hasta el fin, los restos de su nacimiento, viscosidades y cáscaras de un mundo primario. Unos no llegan nunca a ser hombres, se quedan en rana, lagartija u hormiga. Otros son mitad hombre y mitad pez. Pero todos son una proyección de la naturaleza hacia el hombre. Todos tenemos en común nuestros orígenes, nuestras madres, todos procedemos del mismo abismo; pero cada uno tiende a su propia meta, como un intento y una proyección desde las profundidades. Podemos entendernos los unos a los otros; pero interpretar es algo que sólo se puede hacer cada uno consigo mismo.

2 comentarios

    • Manolito el domingo 29 de enero de 2006 a las 7:19 pm

    Y uno bien puede ser la (re)encarnación de harry haller con sus ojitos tristes brillando tenuemente en el fondo de un zaguán oscuro. Ojos de hombre triste, pero ojos de animal acorralado, de lobo estepario. Dejémosle, en el «fiero e irresoluto zigzag de su ruta».

    • dan3 el lunes 30 de enero de 2006 a las 1:40 pm

    saludos mario
    qué error, siempre creía que se trataba de narrativa experimental.
    gracias por la cita, y por las luces 😯

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