How do I love thee? Let me count the ways…

 

En nuestro tercer artículo de esta serie sobre grandes amores (1 y 2)  hablaremos de  Robert Browning  (1812-1889) y Elizabeth Barrett (1806-1861).  Dos poetas que se enamoraron intensamente y vivieron una relación que ha trascendido los tiempos y se ha inmortalizado en la memoria colectiva.

Recuerdo que la primera vez que escuché  de los Browning fue en mi primer año de Universidad cuando estaba en la sala de referencia de la biblioteca y la señora que atendía notando mi interés por Nervo me mostró las obras completas de Elizabeth Browning.  

La historia de este romance parece un cuento de hadas. Elizabeth fue desde muy pequeña una niña muy talentosa e inteligente. Logró destacarse en el campo de la literatura  mediante sus poemas y traducciones. Sin embargo, vivía bajo el yugo de un padre autoritario que pretendía que nunca se fuera de la casa. Entrado en sus 30 años Elizabeth se enferma de una condición de los pulmones y además sufre una caída que aparentemente la deja  bastante inválida. Sin embargo, nunca deja de escribir y publicar lo que la lleva a comenzar a escribirse con otro poeta llamado Robert Browning. El asunto se pone interesante porque ambos se enamoran intensamente pero el padre de Elizabeth se opone rotundamente a la relación. Pero para el verdadero amor no hay imposibles. Robert y Elizabeth se casan en secreto y se escapan a Italia en donde se dice que «vivieron felices para siempre». Y como el amor todo lo sana,  Elizabeth vuelve a caminar y  se mejora significativamente de su condición de los pulmones. Más aún, a la edad de 43 años Elizabeth tuvo su primer y único hijo. En 1861 muere en brazos de su esposo con la convicción de que el amor es la única energía con la cual podemos trascender la muerte.

La obra más famosa  de Elizabeth Barrett es  Sonetos del portugués . El más famoso de ellos es el número XLIII: «How do I love thee? Let me count the ways… (¿Cómo te amo? Déjame contarte las maneras en que te amo…»)

How do I love thee?  Let me count the ways.
I love thee to the depth and breadth and height
My soul can reach, when feeling out of sight
For the ends of Being and ideal Grace.
I love thee to the level of everyday’s
Most quiet need, by sun and candlelight.
I love thee freely, as men strive for Right;
I love thee purely, as they turn from Praise.
I love thee with the passion put to use
In my old griefs, and with my childhood’s faith.
I love thee with a love I seemed to lose
With my lost saints,—I love thee with the breath,
Smiles, tears, of all my life!—and, if God choose,
I shall but love thee better after death.

Y en una traducción al español dice así:

¿Cómo te amo?, déjame contar las formas,
Te amo hasta la profundidad y la extensión y altura
que puede alcanzar mi alma, cuando busca a ciegas
Los límites del ser y de la gracia ideal.
Te amo hasta el nivel más quieto,
de la necesidad cotidiana, a la luz del sol y el candelabro.
Te amo con la libertad con que se opone el hombre a la injusticia;
Te amo con la pureza de quien desdeña los elogios.
Te amo con pasión exacerbada por mis viejas penas,
Y con la fe inocente de mi infancia.
Te amo con el amor que me pareció haber perdido
Cuando deje de creer en los santos – ¡Te amo con el aliento,
Sonrisas, lágrimas, de mi vida entera! – Y si Dios lo quisiera,
te amaré aún mejor después de la muerte.

Otro poema hermoso de  Sonetos del portugués (VII) es:

«El mundo me parece tan distinto
desde que oí los pasos de tu alma
muy leves, sí, muy leves, a mi lado,
en la orilla terrible de la muerte
donde yo iba a anegarme, y me salvó
el amor descubriéndome una vida
hecha música nueva. Aquellas hieles
destinadas por Dios quiero beber,
cantando su dulzura, junto a ti.
Los nombres de lugar son diferentes
porque estás o estarás aquí o allá.
Y ese don de cantar que yo amé tanto
(los ángeles lo saben) me es querido
sólo porque hace resonar tu nombre. «

«Y si Dios lo quisiera  te amaré aún mejor después de la muerte». Esa es la gran esperanza de todos los grandes amantes.