Poemas desde Guantánamo: Los detenidos hablan

La reseña por José Curet del libro Poemas desde Guantánamo (2007), me llevó a navegar por la Web en búsqueda de muestra de algunos de estos poemas escritos por  17 detenidos en esa prisión. Me encontré con el desgarrador  "Poema de muerte" por Jumah al Dossari:

"Poema de muerte" por Jumah al Dossari

Tomad mi sangre.
Tomad mi sudario de muerte y
Lo que queda de mi cuerpo.
Tomad fotografías de mi cadáver en la tumba, solo.

Enviádselas al mundo,
A los jueces y
A la gente con conciencia,
Enviadlas a los hombres de principios y mente justa.
Y dejad que carguen con su culpa, ante el mundo,
Por este alma inocente.
Dejad que pese sobre ellos, ante sus hijos y ante la historia,
Esta alma inocente destruida,
Esta alma que ha sufrido a manos de los “protectores de la paz”. Enviadlas a los hombres de principios y mente justa.
Y dejad que carguen con su culpa, ante el mundo,
Por este alma inocente.
Dejad que pese sobre ellos, ante sus hijos y ante la historia,
Esta alma inocente destruida,
Esta alma que ha sufrido a manos de los “protectores de la paz”.

Este poema era parte de una carta que Jumah al-Dossari escribió para su abogado antes de intentar suicidarse, cuando ya había perdido toda esperanza de volver a ver a su familia. En la actualidad, se encuentra en Arabia Saudí, siguiendo lo que las autoridades saudíes definen como un programa de reforma y rehabilitación para detenidos de Guantánamo devueltos.

Después encontré este segundo poema escrito por Sami Al Haj dedicado a su hijo y me conmoví intensamente:

Al oír las palomas arrullando en los árboles,
unas lágrimas cálidas surcaron mi rostro.
Cuando cantó la alondra, mi mente compuso
un mensaje para mi querido hijo.
Mohammad, ¡qué afligido me siento!
En mi pesar sólo Alá puede darme consuelo.
Los opresores juegan conmigo,
mientras se mueven libres por el mundo.
Me piden que espíe a mis compatriotas,
y alegan que sería una buena obra.
Me ofrecen dinero y tierras,
y libertad para ir adonde quiera.
Sus tentaciones captan mi atención
como un relámpago en el cielo.
Mas su regalo es una pérfida serpiente
cuyo veneno es la hipocresía.
Levantan monumentos a la libertad
de obra y opinión, que es algo loable.
Pero les digo que arquitectura
no es sinónimo de justicia.
América, cabalgas a lomos de huérfanos,
y los atemorizas a diario.
Bush, ten cuidado.
El mundo sabe ver a un mentiroso arrogante.
A Alá dirijo mi súplica y mis lágrimas.
Anhelo mi hogar y estoy oprimido.
Mohammad, no me olvides nunca.
Defiende la causa de tu padre, un hombre temeroso de Dios.
He sentido la humillación de los grilletes.
¿Cómo puedo crear versos? ¿Cómo puedo escribir?
Después de los grilletes y las noches y el dolor y las lágrimas,
¿cómo puedo escribir poesía?
Mi corazón es como un mar bravo, agitado por la angustia,
frenético por la pasión.
Estoy cautivo, pero mis captores son los criminales.
Me sobrecoge la aprensión.
Señor, llévame con mi hijo Mohammad.
Señor, permite el triunfo de los justos.

Y en esa búsqueda circular llegué al poema “La poesía es un arma cargada de futuro” de Gabriel Celaya que parecería  que fue dedicado a estos poemas  desde   Guantánamo ya que les describe magistralmente:

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

El Centro de Detención de Guantánamo es una vergüenza para nuestra Humanidad. No es posible dormir tranquilo al estar consciente de la violación diaria a los derechos de seres humanos que están allí sin habérsele celebrado juicio y en muchas ocasiones sin razón justificada. Esperamos que el 2009 sea el año el que podamos celebrar la desaparición de esta atrocidad.