En torno a la universidad y lo posible

En octubre el Dr. Efrén Rivera, Catedrático de la Escuela de Derecho de la UPR, ofreció la Lección Inaugural del Recinto de Río Piedras, la que estoy  seguro se convertirá en un clásico que será citado por todos aquellos que nos preocupa el futuro de la Universidad. Con un estilo claro e íntimo, el Dr. Rivera comparte su visión de lo que puede ser la Universidad y a la vez muestra con sabiduría los peligros a los cuales se enfrenta la misma:

El verdadero peligro actual consiste en que sean otros quienes le dicten desde afuera la agenda de investigación y creación a la universidad. Bien sea a través de donativos, públicos o privados, otorgados con restricciones excesivas o bien sea a través de otras exigencias externas de que la universidad oriente su investigación hacia tal o cual problema o campo del saber, desmereciendo y menoscabando la investigación libre que puedan llevar a cabo los universitarios.

No es cuestión de estar a la moda o salir corriendo para el primer lugar y destino que se nos proponga o que se nos ocurra. Nuestros programas de internacionalización deben tener sentido, ajustarse a los objetivos estratégicos de cada unidad y adecuarse a las necesidades y posibilidades de nuestros estudiantes y del país. Deben, además, resultar de fácil acceso a los estudiantes, tanto en términos económicos como en lo que concierne a sus circunstancias personales, de modo que no se conviertan en disfrute exclusivo de los más privilegiados.

Además, el Dr. Rivera alerta sobre la discriminación y arbitrariedad que se dan en los procesos de reclutamiento y evaluación. Y  esta es una cita que debe ser el Padre Nuestro de los administradores universitarios: 

Igualmente, los procesos de reclutamiento y evaluación para permanencia y ascenso del personal universitario (docentes y no docentes) tienen que atender esta exigencia, que es tanto jurídica como ética. Esos procesos no pueden ser discriminatorios, ni arbitrarios, ni estar guiados por prejuicios o estereotipos. Deben ajustarse estrictamente a las exigencias legales y reglamentarias aplicables. Esas experiencias tampoco deben ser atropellantes: ningún miembro de un comité de personal o de un cuerpo que evalúe docentes y no docentes debe sentirse con autoridad para insultar, acusar injustamente, menospreciar u ofender a la persona objeto de evaluación. Cada persona tiene derecho a que se le evalúe en sus méritos, sin que se utilicen consideraciones ilegítimas, más relacionadas con nuestros propios temores, especulaciones, inclinaciones afectivas y falta de criterios claros que con el justo aprecio de las potencialidades y contribuciones a la institución de la persona en cuestión. Tenemos que tener conciencia de que hay que sopesar tanto las necesidades institucionales como el impacto que una decisión nuestra pueda tener en la vida y la carrera de una persona. En esto creo que la institución tiene una responsabilidad especial con los profesores más jóvenes, que están en proceso de formación como docentes. Nuestro objetivo debe ser potenciarlos, no castigarlos. Nuestro propósito debe ser ayudarles y facilitarles su inserción al mundo universitario, complejo y exigente como es, entre otras razones porque las más de las veces son el vínculo más directo con la visión de mundo, las aspiraciones, las capacidades, los hábitos, las circunstancias y las energías de nuestros estudiantes. Esos profesores jóvenes son el futuro mismo de la institución.(Subrayado mío)

En fin, La Universidad y lo Posible  es una lección magistral que nos invita a “imaginar y poner en práctica lo que debe y puede ser”. (Gracias al Lic. Hiram Meléndez por reseñar esta lección de vida)

1 comentario

    • Anónimo el jueves 20 de noviembre de 2008 a las 8:53 am

    De acuerdo con su comentario, especialmente en cuanto a la sensibilidad que debe tener la institución con las generaciones académicas nacientes. La Universidad tiene que ser el lugar donde lo imposible se imagine y se piense en cómo hacerlo realidad. Sólo así podemos cambiar aquello que merezca ser repensado. Para eso, es indispensable contar con mecanismos saludables de renovación académica, como lo son los procesos de reclutamiento, permanencias, etc.

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