Pen Club de Puerto Rico repudia censura de libros

Incluyo el comunicado completo del Pen Club de Puerto Rico  en repudio a la censura de libros por el Departamento de Educación de Puerto Rico: (Vía)

«Efectivo de inmediato, queda terminantemente prohibido el uso de los siguientes textos: Antología personal de José Luis González, El entierro de Cortijo de Edgardo Rodríguez Juliá, Mejor te lo cuento: Antología personal de Juan Antonio Ramos, Reunión de espejos de José Luis Vega, Aura de Carlos Fuentes, así lee el documento que censura obras de nuestra literatura. Hay que hablar claro. Existe el censor y existe la obra censurada».
«El escritor tiene la pasión por hablar y escribir. El censor vive de amordazar. Impedir que cinco obras fundamentales de la literatura latinoamericana sean leídas por estudiantes de undécimo grado de las escuelas de Puerto Rico, es censura».
«El Indice de libros prohibidos, la lista de obras que desde el 1559 al 1948 fueron recopiladas y prohibidas, y sus autores condenados por heréticos, porque sus obras «corrompían a los fieles», no es cosa del pasado.
El Index sigue vivo y es peligroso. Hoy en pleno Siglo XXI, en nuestro propio suelo, revive este peligroso movimiento que contradice los propios cimientos de nuestra constitución: la libertad de expresión. Ninguna sociedad puede evadir el que exista la palabra del poder y la palabra del pueblo, el discurso del aparato del estado o establishment, y el discurso que emana de las fuentes de la cultura. Recordemos que toda una tradición de dictaduras en América Latina buscó su fundamento en la censura, el analfabetismo, la ignorancia y la pobreza.
Aclaremos: toda censura a un autor es también una censura a sus lectores. Esta desatinada determinación de parte de las autoridades del DE prohibe que nuestros jóvenes tengan la oportunidad de conocer esta importante literatura como ejercicio pleno de su libertad de conocer y de conocerse. Todo libro que despierte conciencia en los ciudadanos de su sentido de identidad, que nos identifique como puertorriqueños y que declare nuestra historia, lucha, y persistencia como pueblo y como parte de una tradición hispana, tiene como riesgo la censura en Puerto Rico.
Esto es intolerable y reaccionamos enérgicamente contra todo atentado de censura a nuestros escritores y hermanos latinoamericanos, en este caso Carlos Fuentes, en un acto contradictorio para la democracia y el crecimiento maduro de nuestros jóvenes. En momentos históricos de apertura, globalización, mega-comunicaciones, un Puerto Rico castrado y enmudecido por la censura constituye triste espectáculo internacional que nos anticipa un retroceso en la historia de las libertades democráticas.
La acción de censura del Secretario de Educación, Sr. Carlos Chardón, es intolerable. Hacemos un llamado a él y al Señor Gobernador de Puerto Rico, Luis Fortuño, a que rectifiquen el acto anticonstitucional y antidemocrático cometido por la oficina de Asuntos Académicos del DE, episodio dramático que atenta contra la libertad y la expresión de las ideas, amenaza la enseñanza adecuada y plural de nuestros jóvenes, y nos entorpece el acceso a las realidades urgentes que deben discutirse en el aula escolar.
Mairym Cruz-Bernal
Presidenta

PEN CLUB DE PUERTO RICO
Suscrito al PEN-INTERNATIONAL con sede en Londres

Declaraciones de escritores:

Ana Lydia Vega: «Tradicionalmente, la censura oficial de una alegada obscenidad literaria ha sido pretexto fariseo para la supresión de ideas incomodantes. Desde esa perspectiva, mueve a sospecha el proceso de saneamiento moral que ha emprendido el Departamento de Educación de Puerto Rico a fin de excluir libros asignados de escritores reconocidos. ¿Disimulará el argumento de las malas palabras alguna torpe maniobra de purificación ideológica? No se puede olvidar el historial de persecución y marginación que, en nuestro país, ha sido la maldición continua del pensamiento disidente».
Elsa Tió recuerda las palabras de Carlos Fuentes «la censura es como una hiedra venenosa que se arrastra por el suelo, sube por las paredes, invade las ventanas y las fachadas y nos deja sin luz». La literatura es un referente para entender la sociedad, el mundo en que vivimos. La censura tiene un efecto desvastador sobre la literarura , la educación y la libertad. La calidad debe ser el criterio, no un fundamentalismo, sin fundamento. Pero nadie se llamé a engaño la pasión del gobierno por silenciar a nuestros escritores, no es nueva, y disfraza la verdadera intención de ir eliminando poco a poco una literatura que nos afirme como puertorriqueños, y latinoamericanos, por entender que es un obstáculo para la estadidad.La censura es una especie de remolino que pretende tragarse la imaginación, y el derecho de los pueblos, a pensar y crear con libertad.
Mayra Santos Febres: «El principal deber de un maestro es educar. Educar no es proveer datos y reglas de moral sino despertar en el estudiante la curiosidad por saber. ¿Qué curiosidad por el saber van a desarrollar los estudiantes si se les priva de textos contemporáneos, de textos de probada excelencia literaria, textos controversiales, difíciles, que nos presentan el bien y el mal de manera fácil, predigerida?¿Cómo van a aprender a pensar nuestros estudiantes, si no tienen en su currículo libros -es decir, material de reflexión- qué conectar con su vida?»
Luce López-Baralt: «Deseo por medio de estas líneas mostrar mi más férrea oposición al intento por parte del Departamento de Educación de censurar y de eliminar del currículo obras literarias de primera importancia debido a su alegado contenido sexual impropio. El desconocimiento literario que esta medida implica es lamentable pero evidente: de seguir fielmente estas directrices, tendríamos que retirar del currículo las obras más importantes de nuestras letras, pues, leídas por un lector avisado, todas tienen, de un modo u otro, alusiones sexuales que el Departamento de Educación consideraría «impropias». Me refiero al Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita, a La Celestina, al Lazarillo de Tormes, y al mismísimo Quijote, que los censores de antaño, y hablo literalmente, consideraron inaceptable por «lascivo». Un maestro que enseñe con madurez y con conocimiento literario auténtico todas estas obras sabrá dirigir al alumnado en la lectura y estudio de las mismas sin crearle escándalos falsos ni mucho menos fomentarle actitudes represivas y fundamentalistas. De no ser así, ninguna obra literaria válida podría ser enseñada a los alumnos puertorriqueños, que quedarían reducidos a textos «recortados» de cualquier expresión o símbolo amoroso o erótico considerado por los censores como escandaloso. Reitero mi oposición a tales medidas represivas.
Mario R. Cancel: «Siempre llaman la atención los resortes que se mueven en el momento en que una autoridad oficial ejecuta un acto de censura. La acción demuestra el poder del censor, pero también manifiesta sus miedos, sus pesadillas y su flaquezas. La impresión que dejan situaciones como esta es que estamos sentados sobro un barril del pólvora a punto de explotar. Confirma, por otro lado, el poder subversivo de la palabra. Las reservas morales manifiestas por las autoridades de educación no les permiten comprender que los problemas que reconocen en las generaciones jóvenes dependen menos de lo que leen -o podrían leer- que de lo que ven cotidianamente en la vida pública. Censurar las presuntas inmoralidades de unos cuantos libros mientras se tolera la inmoralidad en los nichos del poder es injusto».
Marta Aponte Alsina: «La censura es un indicio de los miedos de los censores. Paradójicamente logra lo contrario de lo que se propone: despertar el interés en textos que de otro modo se leerían a regañadientes por cumplir con un requisito escolar. Ha sucedido antes, no es nuevo el debate sobre la pertinencia y la moralidad de los libros que se asignan como lecturas obligatorias. Hay que cuestionar minuciosamente a los burócratas actuales del DE sobre los valores, gustos y criterios que aplican para seleccionar unos libros y censurar otros. Después de todo son empleados gubernamentales, y los libros se compran con fondos públicos. Al mismo tiempo se abre una oportunidad para debatir, con la mayor amplitud, el lugar de los libros y la lectura en los procesos de formación social y personal.
Arturo Echavarría: «La iniciativa tomada por el DE tiene consecuencias gravísimas, y, como tal, merece nuestro repudio más enérgico. Se trata no sólo de una intervención indebida que coarta el derecho que tiene el estudiante puertorriqueño a conocer su propia tradición literaria, sino que atenta contra la libertad en que se fundamenta toda expresión artística».
Aurea María Sotomayor: «Los burócratas de la educación en Puerto Rico se autorizan primero como ignorantes para ejercer su función. Distinto y peor a aquel juez que reconocía la obscenidad cuando la veía, éstos no tienen que leer para reconocer que todo podría ser obsceno, y por tanto, no apto para menores. Como no saben, porque no han leído, es imposible argumentar con ellos absolutamente nada. Paradójicamente, el propósito de estos promotores de la educación es regar la ignorancia sistemáticamente y obstaculizar el pensamiento.
Néstor Barreto: «Toda censura es deleznable. en su afán de ocupar todos los espacios de poder posibles este gobierno muestra características protofascistas que ya debían ser obvias para los que en su rol de intelectuales velan por no perder y en todo caso ampliar las modestas conquistas de nuestros productores culturales en el ámbito editorial y educacional.esas características son obvias para mí.por lo que deploro y condeno las acciones del departamento de educación usando como excusa valores y mores puertorriqueños supuestamente comunes y que terminan siendo al final muestras de un auto-odio feroz, inflamado por una idea de mandato que empaña su visión y deforma demasiadas de sus acciones.parecen estar en un momento frenético de desconstrucción que requiere de concertaciones a las que habíamos perdido costumbre.
Tina Casanova: «Es con gran estupor e indignación que me entero de la censura del DE a las obras literarias de compañeros escritores utilizadas en los currículos de nuestras salas de clase. ¿Qué más esgrimirán contra nosotros los escritores de esta bendita patria? No basta con reducir los espacios literarios en los medios de comunicación. Tampoco con que las pequeñas librerías hayan sido devoradas por Borders y no tengamos dónde vender nuestras obras. Ya han comenzado a desmantelar el programa Lee y Sueña donde nuestras obras infantiles se hacían accesibles a los lectores jóvenes de los pueblos que no tienen librerías. Y ahora esto. Nos acorralan, nos eliminan con superfluos argumentos hipócritas».
Etnairis Rivera: «Censura es sinónimo de tiranía. Trágicamente, en Puerto Rico impera la ideocracia que tan bien definió y discursó Don Miguel de Unamuno: «de las tiranías todas, la más odiosa, es la persecusión en nombre de unas ideas.» O será que también censurarán al ilustre y preclaro filósofo, humanista Unamuno, censurado ya en su propia época.
Lilliana Ramos Collado: «Curiosamente, los libros suprimidos son obras dirigidas a la crítica social del presente histórico, y el uso de malas palabras es apenas indicador de ese interés en reflexionar sobre el aquí y el ahora. Sabemos que las «malas palabras» siempre pertenecen a su época. Lo que se censura aquí no es hablar «malo», sino hablar del presente, como si el presente fuera inmencionable e inhistoriable. Como si el presente no fuera nuestro. Si bien los libros censurados hoy no son de historia, sí interpelan al lector —sobre todo al joven lector— a pensar en su situación vital en el presente. Los jóvenes no son tontos, y en una isla familiarizada con la vulgaridad mediante la radio y la televisión (local y extranjera), nadie se llama a engaño. Esta censura tardía nada tiene que ver con la moral, sino con el gesto torpe de acallar la reflexión acerca de los que nos rodea.
Marie Ramos Rosado: «La censura de obras literarias en pleno siglo XXI nos hace retroceder en tiempo y pensar que volvimos a los tiempos de la Inqusición. Además, entre los objetivos primordiales del siglo XXI, en el sistema educativo están el desarrollo de un pensamiento crítico, para poder instaurar una sociedad más liberadora. Por otro lado, escuchamos por radio y televisión a líderes políticos y desarrolladores gubernamentales como el Sr. José «Cheo» Madera tildar al pueblo con palabras como: crápulas, garrapitas y vividores; palabras que resultan ofensivas para la autoestima e identidad nacional. Pues estos motes afectan más que nada a la psiquis maltrecha de nuestro pueblo. Sin embargo, el Departamento no censura estas acciones de nuestros líderes. Mientras los escritores y artistas de las palabras utilizan esas llamadas malas palabras como imágenes poéticas y metáforas queirradian belleza a sus textos literarios. Nos oponemos enérgicamente a esa actitud fundamentalista e inquisitoria del Departamento de Educación Pública de Puerto Rico.
Alberto Martínez-Márquez: «La decisión del Secretario de Educación concerniente al retiro de varias obras sobresalientes de la literatura puertorriqueña, debido a su lenguaje burdo y soez, no es sino la puesta en práctica de un nuevo puritanismo que pretende complacer al sector anti-intectual del PNP, a los fundamentalistas cristianos y a los sectores moralistas del país. Las declaraciones del Sub-secretario para asuntos académicos del DE, Juan J. Rodríguez va en detrimento de la pertinencia y excelencia de los libros que han sido censurados. Lo expresado por Rodríguez deja mucho que desear viniendo de una persona que ostenta el grado de académico de la primera institución universitaria del país, demostrando así una crasa ignorancia por la producción e historia literarias de nuestra nación boricua. Con respecto a la censura de libros de autores/as puertorriqueños/as hay que destacar que es parte de una agenda de los gobiernos anexionistas que han gobernado nuestra isla. Es necesario señalar que durante el romerato se censuraron libros de Juan A. Corretjer y de René Marqués y que durante el rosellato se censuró una novela de Olga Nolla. El Secretario de Estado, Kenneth McClintock, ha hecho unas declaraciones muy desafortunadas para justificar la acción del DE de censurar los libros de José Luis González, Juan A. Ramos y Edgardo Rodríguez Juliá, entre otros. Denunciamos la errada determinación del DE de privar a nuestro estudiantado de una literatura de gran calidad que forma parte de nuestro acervo cultural».
Ana María Fuster: «La censura es uno de los recursos del miedo fundamentalista.Ignorancia retrógrada y mezquina unida al poder es la peor receta. Si el pueblo recibe un tapabocas gubernamental, tiene que gritar aún más fuerte, protestar y defender la libertad de expresión, la cultura y la identidad. La juventud no es bruta ni ciega. No dejemos que los buitres del poder nos conviertan en robots, por decirlo de una forma elegante. Tenemos derecho a crear, a deleitarnos de nuestra cultura, de todas las culturas; a pensar y pasar juicio sobre el arte, pero aún más sobre los actos de quienes disfrazan de vulgar paternalismo, unas estrategias para matar lo que somos y lo que podemos ser. La literatura es la sangre de la cultura».
San Juan, Puerto Rico, 14 de agosto de 2009.